martes, 9 de diciembre de 2014

"LO QUE DICE GANDHI sobre la no violencia, la resistencia y el valor" Norman G. Finkelstein (2013)

La primera vez que leí algo de Norman Finkelstein fue tras su polémica con Daniel Goldhagen. Sus críticas eran afiladas y contrastadas y las plasmó en su libro "A nation on trial", que me convenció solo parcialmente, pues la tesis de Goldhagen era muy robusta. Le concedí una segunda oportunidad con "La industria del holocausto", con el que llegó al gran público, y no me decepcionó: fue demoledor. 

Ese libro fue bastante representativo de su coraje y carácter como investigador: analítico, didáctico  y valiente sabueso. Él pagó las consecuencias de cuestionar la política israelí y denunciar la manipulación del sufrimiento judío precisamente por las élites judías: despido y ostracismo laboral, además de acusaciones de nazi, a pesar de que parte de su familia fue exterminada bajo el Tercer Reich.

Ahora en este libro hace una labor de ratón de biblioteca y nos descubre otra faceta desconocida del gigante de la ética y la política: Gandhi.  



Estas polémicas apenas tuvieron repercusión en España y el nombre de Finkelstein apenas es conocido en el mundo editorial español, y su libro sobre Gandhi no se traducía. Intenté contactar con varias editoriales para sugerirles que lo tradujesen, y supiesen ver el interés para el contexto político de las revoluciones populares y pacíficas que estaban llevándose a cabo en todo el mundo. No recuerdo si llegué a contactar con "Biblioteca Nueva" (o con siglo XXI), pero independientemente de eso, hay que felicitar a esta valiente editorial por apostar por pequeñas joyas como el libro de Finkelstein.


En este libro sobre Gandhi, Finkelstein tiene otra patata caliente entre las manos. ¿Alzará su voz si algo no le agrada de esta gran figura de la historia? Pocas veces he visto un contraste tan grande entre las luces y las sombras de un personaje histórico. Es tan fácil criticarlo como admirarlo. La lectura de gran parte de la obra monumental de Gandhi, le lleva a Finkelstein a varias desmitificaciones. Para mí, la más llamativa, es la enorme cantidad de contradicciones que tenía Gandhi, y la despreocupación que mostraba ante las mismas cuando alguien se las señalaba. Me da la impresión de que cuando Finkelstein aborda el tema, se resiste a levantar su voz contra del líder indio, a pesar de las muchas pruebas que muestran lo ridículo y hasta fanático que podía llegar a ser Gandhi.  Pero al luchar contra sí mismo, e intentar salvar lo mejor de Gandhi para futuras luchas, como la de Ocuppy Wall Street, Finkelstein deja emerger unas conclusiones bastante ponderadas y acertadas en términos globales. Por mucha fe religiosa e idealismo santurrón que Gandhi predicara, el hecho es que fue un estratega político, pragmático y efectivo a la hora de derrotar, política y moralmente, al imperio británico en la India.

Considerar que su ejemplo sea universalizable a otros escenarios, más allá de su lucha por la independencia de la India, es una empresa que requiere un debate más profundo al que pretendo adentrar al lector.

Usaré comillas dobles (") para citar a Finkelstein, y comillas simples (') para citar a Gandhi.

ENTREVISTA EN DEMOCRACY NOW!
Como complemento a esta reseña, dejo una entrevista que le hizo la ya legendaria periodista Amy Goodman, en su conocido programa "Democracy Now!", comentando algunos aspectos de su libro sobre Gandhi. Traducción y subtítulos hechos por mí.

CASI NADIE LEE A GANDHI DIRECTAMENTE

Tal y como nos cuenta al principio del libro, y al principio de la entrevista que concedió a Democracy Now!, de los 98 volúmenes de las obras completas de Gandhi, con aproximadamente 500 páginas cada uno, tan solo uno de ellos ha sido consultado en la Biblioteca Universitaria de New York. No es ninguna estadística seria, pero nos puede dar una idea aproximada de que lo que conocemos de Gandhi es de fuentes indirectas, a menudo poco contrastadas.

LAS CONTRADICCIONES DE GANDHI

Son numerosísimas las contradicciones de Gandhi. Pero eso tampoco era un problema, porque consideraba que la coherencia no era un valor, al contrario, podría ser una trampa obsesiva para perderse en hilos argumentativos. Pero incluso aquí se contradice, porque luego dice que realmente habría que analizar caso a caso, para saber si la incoherencia es aparente o real. Daré algunos ejemplos para clarificar lo que estoy escribiendo.

PROVIOLENCIA EN TIEMPOS DE GUERRA
Antes de convertirse en representante de la no violencia, Gandhi colaboró por ejemplo en la I Guerra Mundial. Y en la II Guerra Mundial apoyaba la cooperación militar con los aliados si los británicos garantizaban la posterior independencia de la India. Él insistía que nada había de contradictorio en todo ello. Ni siquiera argumentaba una excepción en tiempos de guerra, simplemente contestaba con divagaciones y "palabrerías".

IMPERIALISMO Y NAZISMO ¿CUÁL ES PEOR?
Durante la guerra decía que sus 'simpatías estaban enteramente del lado de los aliados' ya que 'el Eje había hecho de la violencia su credo', mientras que los aliados al menos aparentaban luchar por la paz y la libertad, por la verdad y la no violencia'. 
"Sin embargo, más o menos al mismo tiempo podía manifestar que 'el hitlerismo y el churchilismo son, de hecho, lo mismo' y que 'tengo que combatir el nazismo y el fascismo del mismo modo que al opresor imperialismo británico'."
O en otra ocasión:
'Roosevelt y Churchill no son menos criminales de guerra que Hitler o Mussolini. Hitler fue "el pecado de Gran Bretaña". Hitler es solo la respuesta al imperialismo británico, y digo esto a pesar de que odio el régimen de Hitler y su antisemitismo'
Y como veremos más adelante, casi como un axioma, el que derrote al nazismo por la fuerza, tenía que ser peor que el propio nazismo.

RESISTENCIA FRANCESA Y COLABORACIONISMO CON LOS NAZIS
"Podía alabar la decisión de los líderes franceses de no resistirse a la agresión nazi porque 'la causa de la libertad sería una mofa si el precio que hay que pagar es la destrucción masiva de aquellos que tienen que disfrutar de esa libertad', sin embargo, también podía afirmar que [...] las naciones ocupadas por los nazis deberían preferir la aniquilación antes que cooperar con los invasores."

RAZÓN, FE RELIGIOSA Y MESIANISMO
Por una parte confesaba que era la fe lo que le movía: 'Lo que me sostiene es la fe" aseguraba. Y también afirmaba: 'no uso mi razón, sino que miro en mi corazón'. Era su 'voz interior' lo que le guiaba en una acción particular. Pero al mismo tiempo confesaba que intentaba que sus convicciones tuvieran "una sólida base científica" y que no seguía a su instinto a menos que su razón lo respalde.
Como vemos, los argumentos zozobran hacia un lado y hacia el contrario. Pero está claro que con ese fuerte componente espiritual, que lo situaba a sí mismo como el único y genuino intérprete de su doctrina no violenta, la satyagraha era una propuesta de la que no se podía disentir internamente sin dañar a Gandhi. Y a nivel político, una doctrina tan personalista es un fracaso; no se puede expandir  y muere cuando su líder muera. Los que dudaban, simplemente no comprendían y no podían comprender, no por culpa de su intelecto, sino porque su corazón no estaba preparado y no podían oír la voz interior que Gandhi si podía oír.
"Y en vista de que era, o se consideraba, el único que tenía el privilegio de conocer los misterios de la satyagraha, nadie tenía la cualificación necesaria para debatir sobre ella: 'Creo y siento que es dios dentro de mí quien me mueve y me utiliza como su instrumento', 'Confío en que dios ha hecho de mí el instrumento para mostrar el mejor camino'. Simple y llanamente, dudar de Gandhi era dudar de dios."
CAPRICHOS Y CONTROL AUTORITARIO

Con ese papel que él mismo se autoimpuso, no es de extrañar que dijera: 'Si queremos trabajar en la no violencia, entonces hay que aceptar las restricciones que yo he establecido'. Nadie debería ayunar sin su permiso. Finkelstein confiesa que algo de Gran Hermano tenía Gandhi cuando disponía que sus seguidores más fieles debían llevar 'un diario personal de su trabajo, pensamientos e ideas..., y ofrecerlo (a él) para su atenta lectura (de él) de modo que él pudiera conocer la mente y el trabajo de todos y cada uno de los ashramitas y hacer las sugerencias necesarias'. (La cita anterior está sacada de "The Collected Works of Mahatma Gandhi"; la tercera persona del singular que se emplea parece indicar que Gandhi hablaba como un narrador de sí mismo).

"Gandhi tenía una línea política no solo en cuanto a la abstinencia sexual y al vegetarianismo, sino también respecto a las "banalidades" (opuesto), a las "bromas inocentes" (quizá), "relojes de pulsera" (opuesto), ropa interior (opuesto), las conversaciones durante el trabajo (opuesto), lápices y plumas estilográficas (opuesto)."
También manifestaba su desdén por el cine y el teatro, y aconsejaba que no debería haber lugar para el cine en la nueva India que estaba por venir.

LA APUESTA DE FINKELSTEIN

A pesar de todo lo dicho hasta ahora, Finkelstein apuesta por salvar a Gandhi. Ni las contradicciones, ni los autoritarismos, ni la fe religiosa, ni las caprichosas prohibiciones hacen que el autor reniegue de cierta utilidad que el legado de Gandhi nos ha dejado.
De hecho, era mucho menos arbitrario y mucho más coherente de lo que a veces parece. [...] No obstante estoy convencido de que Gandhi tiene cosas importantes que decirnos sobre la resistencia no violenta, de las que se beneficiaría incluso el laico más tenaz, y de que se puede acceder al contenido de su doctrina por medio de la razón y puede ser accesible para una mentalidad racional. El lector tendrá que decidir si tengo razón o no
Al final del libro, Finkelstein intentará hacer un esfuerzo argumentativo, para ponderar los pros y contras del pensamiento de Gandhi, y salvarlo de la criba implacable que suele aplicar a sus contrincantes. Ya avanzo que sus conclusiones me convencen, pero no están lo suficientemente claras como para resumirlas en un titular, que podría ser: suspenso en teoría, aprobado en práctica, y sobresaliente en intención.

INGENUIDAD CON HITLER


A Steven Pinker, al que analicé este mismo año con motivo de su monumental libro "Los ángeles que llevamos dentro", le hubiese gustado saber que Gandhi opinaba que la violencia es la excepción, y no la norma general. De no ser así, el odio 'nos habría extinguido hace mucho tiempo'. Bajo esa lógica, el amor debe ser lo normal, y en vista de todos los milagros de bondad que nos han salvado de la extinción, debe ser todopoderoso. Así por ejemplo, confiaba en la bondad de Hitler.
"En 1940, escribió una carta a su 'Querido amigo' Hitler en la que aseguraba 'no creo que usted sea el monstruo que describen sus oponentes' aunque sabía que 'muchos de sus actos son monstruosos e impropios de la dignidad humana'."
EL SUFRIMIENTO COMO FUENTE DE PIEDAD

Para Gandhi el autosufrimiento era fuente de piedad en el agresor. Pensaba que cuando el malhechor, o el tirano, contempla un sufrimiento auténtico, un sufrimiento puro con base espiritual, provocaría un ablandamiento de su corazón, así como tocaría un resorte de movilización en aquellos que eran meros espectadores. ¿Qué diría Gandhi de vivir en el s.XXI cuando tanta tragedia se retransmite en alta definición y provoca tan poca indignación, y todavía menos movilización?

Con respecto a los alemanes pensaba que tenían "la misma alma que nosotros" y que por tanto al final, les costase más o menos, sentirían el mismo sobrecogimiento que otros podían sentir ante acciones nobles, valientes y bienintencionadas.
'Es bien sabido que los sufrimientos del no violento ablandan los corazones más insensibles. Me atrevería a decir que si los judíos pueden invocar la ayuda de la fuerza del alma, que solo procede de la no violencia, Herr Hitler se inclinará ante el valor que él todavía nunca ha experimentado.
No pierdo la esperanza de que [Hitler] responda al sufrimiento humano, incluso al causado por él. Pero me resisto a creer que los alemanes como nación no tengan corazón o lo tengan notablemente menos que otras naciones de la tierra.'
LA VIOLENCIA GENERA MÁS VIOLENCIA


La opción militar, aun cuando fuese por una causa justa, nunca puede traer una solución verdadera. Según Gandhi, si los aliados vencían militarmente, solo podía suponer tener una fuerza militar mayor, es decir una violencia mayor. Esta conclusión la generalizaba a cualquier conflicto, en donde la violencia llevaba necesariamente a más violencia, y lejos de solucionar el problema, deja en el poder a otro más violento que el anterior.
'las Naciones Unidas pretendían luchar contra Hitler con sus mismas armas y acabaron siendo más hitlerianas que Hitler'; 'lo que había sucedido en Europa fue que el hitlerismo fue derrocado solo por el superhitlerismo'.
Podría ser un exceso verbal, tras una acalarada discusión sobre los abusos de los aliados. Pero Gandhi fue consistente tras la guerra en igualar a los dos bandos en contienda.  Finkelstein en cambio, a pesar de su constante denuncia de la política imperialista de EEUU, y de asimilar la gravedad moral del Holocausto con la de Hiroshima, no puede dejar de reconocer que unos y otros no eran lo mismo:
"Aunque cometieron muchas atrocidades, los Estados aliados que surgieron de la Segunda Guerra Mundial no fueron el reflejo de la Alemania nazi en brutalidad, ni mucho menos la sobrepasaron".
EXCEPCIONES  A LA VIOLENCIA


"Cuando una mujer se resiste a ser violada, o un hombre a ser torturado o incluso la autodefensa armada de los polacos ante las agresiones de los nazis," no son casos de violencia, sino actos instintivos que no tienen capacidad ni intención de hacer daño, tan solo son una manifestación de la naturaleza resistente que reside en el ser humano.

Una nueva contradicción se hace más palpable cuando habla del derecho a la autodefensa, y le pone nombres. Por ejemplo, cuando habla de los insultos, justifica abofetear 'al bravucón en el rostro' o cualquier otra medida necesaria para resarcir la dignidad. O cuando justificaba la Gran Revuelta Árabe de 1936-39 en Palestina, que aunque no fuese la respuesta ideal según sus criterios, no tenía nada que objetar a ella. O también, en otra incomprensible vuelta más de tuerca, el derecho a castigar de los estados, incluso cuando implicaba el fusilamiento de los traidores.

VIOLENTO ANTES QUE COBARDE


De esta forma la violencia no solo es una excepción, sino que es preferible a una rendición, una humillación o un acto de cobardía extrema. Para Gandhi el ejercicio de la no violencia requería una gran valentía, algo que puedo reconocer sin problemas. La cobardía de huir es peor que la cobardía de usar la violencia para autodefenderse. Así, la no violencia, debe predicarse a aquellos que puedan sentir esa valentía interna. Si no están dispuestos o no son capaces de sacrificarse ante el agresor con una sonrisa en sus labios, es mejor que usen la violencia, que es un acto cobarde. No hay mal juicio ante los que no pueden sentir esa fuerza en su corazón y recurren a la violencia para defenderse. No se le puede pedir a un ratón que no huya del gato y le haga frente, o a un conejo que no huya de un bull terrier y le muerda, pero a un hombre, a un hombre valiente, sí se le puede enseñar y exigir la no violencia. En cambio si el hombre es cobarde, como el ratón o el conejo, no tiene sentido perder tiempo en exigirle algo que no puede dar. En ese caso, si presos de esa cobardía, salen huyendo, dejando a otros (estado, policía, etc.) que les solucionen el problema, al menos que lo hagan sin fingir que son no violentos. Esa falsa no violencia que huye del problema es de una cobardía extrema, y es la más indigna de todas, quizás porque desvirtua por completo el valor y el coraje de una auténtica posición no-violenta.


'por cobardía carecer de voluntad de defenderse o de defender a un vecino también es violencia' [...] 'Cuando solo se puede elegir entre cobardía y violencia, tengo que aconsejar la violencia' [...] 'Mi no violencia no admite que se huya del peligro y se dejen los seres queridos sin protección. Entre ser violento y huir cobardemente, solo puedo preferir la violencia a la cobardía. No puedo predicar la no violencia a un cobarde como tampoco puedo pretender que un ciego admire un hermoso espectáculo.'
[...]
'Porque en ningún caso puedo tolerar la cobardía. Que cuando me haya ido nadie diga que le he enseñado al pueblo a ser cobarde. Si creéis que mi ahimsa equivale a eso o que os lleva a eso, debéis rechazarla sin dudarlo. Preferiría mucho más que murierais valerosamente asestando golpes y recibiéndolos que humillados por el terror... Huir de la batalla... es cobardía y es indigno de un guerrero.'
GLORIFICACIÓN DE LA MUERTE


Su concepto de la no violencia era un acto de valentía y amor radical, que hemos de creer y sentir hasta el último rincón del espíritu. No se trata solamente, de una estrategia para generar piedad y ablandar el corazón de los monstruos más crueles. La no violencia de Gandhi conlleva una fanática y genuina glorificación de la muerte. La vida se convierte en la moneda de cambio para causas mayores, aunque sea la vida propia, de los tuyos, entregada voluntariamente. El fin justifica los medios, incluso la inmolación.
'Morir sin matar requiere más heroísmo. No hay nada de extraordinario en matar y ser matado en el transcurso de la lucha. Pero un hombre que antes de doblegarse a la voluntad del enemigo, le ofrece su cuello para que lo ejecute muestra el más alto grado de valentía' [...] 'Es grande la nación cuya cabeza reposa en la almohada de sus muertos.' [...] Me causaría júbilo enterarme de que han matado de un tiro a un compañero como Jairamdas o de que le han roto el cráneo a ese otro compañero' [...] Yo no me siento desgraciado por su muerte. No lloro por ellos. [...] Yo me sentí feliz con su muerte. No digo todo esto para provocaros. Quiero haceros entender que si solo aprendierais cómo morir, todo iría bien. [...] Ni siquiera la muerte de un bebé de un día es una muerte prematura.' [...] 'Llorar la muerte de un hijo o un marido no tiene sentido y demuestra nuestra ignorancia [...] Puesto que la muerte es algo seguro para todos, la única duda es si nos llegará hoy o mañana. ¿Por qué entonces deberíamos llorar la muerte de nadie. Solo muere el cuerpo. Esa es su naturaleza y por eso no hay motivo para extrañarse cuando muere. Lo que es seguro es que el alma nunca muere, es inmortal. Si aceptamos esto como una verdad cierta, ¿por qué deberíamos llorar una muerte?'

Aunque siempre tuviera un trasfondo espiritual y religioso, creo que cuando Gandhi llegó a este cenit de su doctrina, abandonó por completo cualquier pragmatismo y objetivo político, para caer en las redes de un misticismo esencialmente fanático.


Finkelstein plantea una contradicción que no está de más, pero que es un poco malintencionada, porque de hecho equipara salvar vidas con matar: si Gandhi creía eso realmente, "¿por qué consideraba la no violencia una misión sagrada?", es decir, si la muerte no es tan importante, ¿por qué intentar defender la vida con tanta vehemencia? ¿Por qué sería tan importante una doctrina de la no violencia, cuando la violencia solo es el daño del cuerpo, algo material y sin trascendencia? Finkelstein tiene razón en parte, pero eso no iguala los fanatismos en todos sus aspectos. Tampoco lo sugiere él. En mi opinión, incluso este misticismo morboso de la muerte, nada tiene nada que ver con el fanatismo religioso que se usa para detonar bombas adosadas al cuerpo, para que Alá te recompense con 72 vírgenes en el paraíso. Entre otras cosas porque en este último caso el fanatismo se lleva por delante involuntariamente a otras personas que no comparten esas ideas, y con Gandhi, su fanatismo solo se llevaba por delante a los que voluntariamente querían sacrificarse. Pero en su esencia intelectual, las creencias que ningunean la vida terrenal por otras promesas en el más allá, o en el más acá, son de la misma familia irracional y alejadas del humanismo y la Ilustración.

LOS CASOS EN LOS QUE LA NO VIOLENCIA NO PUEDE FUNCIONAR


Para que el sacrificio de sus frutos, es decir, para que el sufrimiento del no violento genere piedad o desconcierto en el agresor, o al menos avive 'la indolente conciencia pública', es requisito imprescindible que la causa por la que se lucha sea percibida como justa.
"El reconocimiento público de la legitimidad de tal objetivo supone, sin embargo, un amplio consenso previo, aunque sea latente o incipiente, según el cual las víctimas merecen en justicia lo que pretenden."
Gandhi daba numerosos ejemplos de gente cercana o transgresores de normas que podían tener cierta empatía, pero cuando hablaba de ablandar el corazón de Hitler, su ingenuidad llegaba a límites estúpidos. Si el agresor está tan lejanamente situado que nada puede empatizar con su víctima, o está convencido de que ya está dando suficientes concesiones, difícilmente podrá sentir piedad por el no violento o su causa.
'Si los corderos del mundo se hubieran dejado llevar voluntariamente, hace mucho que se habrían salvado del cuchillo del carnicero. Nuestro triunfo consiste, de nuevo, en ser encarcelados sin haber cometido ningún delito en absoluto. Cuanto mayor sea nuestra inocencia, mayor nuestra fuerza y más rápida nuestra victoria.
Gandhi parecía entender ese requisito de empatía, y por eso advertía que los ayunos eran precisamente contra los que le seguían. Pero sorprendentemente no se lo aplicaba con la misma racionalidad a otros sujetos. Se podría decir que creía que el amor y el sufrimiento, eran todopoderosos, y si no lo habían sido hasta ahora era por algún fallo en la forma de practicarlo.

CONTRA EL CAPITALISMO


Gandhi no se conformaba con la independencia de la India, de hecho temía que solo supusiera un cambio de poder sin mayor trascendencia para el pueblo. No se conformaba con una justicia formal, perseguía la justicia material. Estaba contra la pobreza, y solo cuando hubiese 'limpiado la India de la pobreza y el desempleo' aceptaría que había 'alcanzado la libertad'.
"Manifestaba su 'esperanza' de que la lucha india fuera 'solo una parte de la lucha general de los pueblos colonizados contra el capitalismo y el imperialismo mundiales y que la India fuera la vanguardia en el movimiento mundial de las masas coloniales y campesinas por la libertad, económica y política'."

¿COMUNISTA?


Confesaba saber poco de la revolución rusa, aunque leyó a Marx estando en la cárcel. Y a pesar de que consideraba el capitalismo un tipo de explotación, no cayó nunca en la tentación marxista. Algunas de sus demandas de justicia social podían sonar incluso excesivas para un dogmático marxista, como por ejemplo:
'Algo que originariamente no ha sido robado debe, sin embargo, clasificarse como propiedad robada si lo poseemos sin necesitarlo'; 'Cualquiera que se asigne más del mínimo que realmente necesita es culpable de hurto'; 'vivir por encima de los medios apropiados para un país pobre es vivir de comida robada'; 'cada hombre debería tener los recursos para satisfacer todas sus necesidades naturales y ninguno más'.
Estas son máximas que pueden englobarse en la austeridad con la que él mismo vivía, y no tanto en principios comunistas. Aún así, Gandhi compartía los lemas de "cada uno según sus necesidades", y en ocasiones se definía como comunista o socialista. Pero si no hay consenso en reconocerle esa etiqueta, es porque no secundaba la lucha obrera, ni con las forma ni con el fondo. Ese elemento de lucha eminentemente marxista estaba ausente en su discurso. Podía desear una sociedad sin clases, y ciertamente creer que existía una lucha de clases, pero no creía 'en la necesidad de fomentarla y de mantenerla'.

Animaba a los trabajadores a organizarse, pero a su manera, es decir, con la no violencia y con la esperanza de que mostrando la justicia y el amor de las aspiraciones obreras, los capitalistas accederían de buena gana 'a compartir progresivamente sus riquezas con las masas'. Esta misma radical ingenuidad le hacía rechazar en numerosas ocasiones las huelgas, aunque en alguna ocasión dijera que son 'una buena arma en manos de los trabajadores'. Otra contradicción más que añadir a la lista.

Esta condición de soñador iluso, le impide a mi juicio, ser comunista o socialista. Mientras que el marxismo parte del egoísmo y la voracidad del ser humano explotador, el "socialismo" de Gandhi se alimenta precisamente de lo contrario, del amor. Pensar que una cosa y la otra puedan estar relacionadas de alguna manera, es querer retorcer demasiado el argumento, como cuando se dice que el primer comunista fue Jesucristo.

¿Hasta qué punto se puede decir sin miedo a equivocarse que tenía sensibilidad de izquierdas? Bueno, a mi me parecen honestas sus declaraciones contra del capitalismo, y sus denuncias de desigualdad. Pero..., "obras son amores, que no buenas razones": los papas Juan Pablo II y Francisco han criticado el capitalismo, y nadie considera que sean comunistas (aunque en el último caso haya ido un poco más lejos que sus antecesores). En referencia a la URSS, "advertía, acertadamente, de los peligros de la nacionalización por parte de un estado 'sin alma' que encarna la 'violencia en forma concentrada y organizada'."

IDEALISTA PRÁCTICO


Lo anterior estaría incompleto si no echásemos un vistazo a sus acciones. Independientemente de lo que predicase en su teoría, los cálculos de intereses estaban presentes en su acción política. Es indudable que la fuerza moral del santurrón que pretende seducir al monstruo amoral es su carta de presentación. Pero el mismo tiempo, también es cierto que cuando proponía no cooperar con las fuerzas del Eje, tenía un mente un boicot en toda regla que minase las expectativas de beneficios o poder del enemigo. Pensar, organizarse colectivamente, y actuar en tales términos, es algo bastante próximo a la izquierda y sus métodos.


"Fuera lo que fuera lo que Gandhi predicara formalmente, esta táctica apelaba explícitamente a su balance general, es decir, a intereses personales materiales, y no a la conciencia o al corazón de los conquistadores."

Después de todas sus ingenuidades de santurrón ("ablandar el corazón de Hitler"), de sus sacrificios mesiánicos ('los que sufren no necesitan ver los resultados en vida'), de sus innumerables contradicciones (preferir la violencia a la huida o el mero insulto), lo cierto es que se comportó como un buen estratega y fue según sus propias palabras un 'idealista práctico', en lo que podría ser una nueva contradicción.

Contradictorio o no, nadie puede negar que concebía su lucha por la independencia en términos de no rentabilidad e ingobernabilidad. Su no violencia, por muy mesiánica y descabellada que pudiera ser, se combinaba con el boicot económico. Puede que su aspiración fuera 'convertir' a los británicos, pero ello pasaba por presionarlos de diferentes modos, es decir, toda una declaración de táctica política.


"El autosufrimiento indio apenas había convencido a Churchill de desmantelar el Imperio Británico. Los intereses y la ideología de Westminster se impusieron fácilmente al sufrimiento con amor de los oprimidos indios."
[...] "En su estimación final, Gandhi reconocía que si los británicos decidieron finalmente hacer las maletas y marcharse, no fue porque los indios habían tocado su fibra sensible, sino porque habían trastocado por completo el balance del Tesoro Público: 'Los británicos están obligados a abandonar este país. Son una nación de negociantes. Calculan el beneficio y las pérdidas de cada transacción. Se han dado cuenta de que ya no es un negocio gobernar en la India';"
En la cultura popular, incluso en la occidental, Gandhi es lo más próximo a un David, santo y pacífico, que predicando con el ejemplo logró derrotar a un Goliat imperialista. Si es un ejemplo o no para futuras luchas populares, es algo que como decía Norman Finkelstein al comienzo de este librito, de casi 150 páginas, deberá decidirlo el lector.

CONCLUSIONES

Mi particular conclusión, tras leer este libro, es que Gandhi tenía más aspectos negativos que los que yo podía sospechar. Conocía superficialmente la historia de Gandhi, y sigo pensando que su activismo y resistencia fueron encomiables, así como el sacrificio y su fuerza moral. Pero desconocía la teoría de su doctrina, y sus numerosos sinsentidos y contradicciones. Por tanto me cuesta concluir que es un ejemplo de coherencia y racionalidad. Si en el imaginario popular es paradigma de lucha pacifista, lo será porque en efecto consiguió su objetivo, pero a otros podría no funcionarles. Incluso podría llevarlos a un mundo muy poco práctico y alejado de la realidad, o directamente 'como corderos al desolladero' como en el caso de los judíos en el Tercer Reich (si los pocos o muchos que pudieron huir se hubiesen dirigido voluntariamente a los campos de concentración para "ablandar el corazón de Hitler").

En cuanto a Norman Finkelstein, echo en falta un análisis de la evolución de Gandhi, un análisis por fases que encuadre sus contradicciones dentro de la evolución que debió sufrir desde sus comienzos en Sudáfrica hasta después de la II Guerra Mundial. Ese análisis quizás aclararía algunas de esas contradicciones. De todos modos, Finkelstein no esconde que no ha leído toda su monumental obra de 100 volúmenes, solo la mitad y solo de los periodos comprendidos entre 1930 y 1947.


Cuando el autor se disponía a leer en profundidad a Mahatma Gandhi, lo hacía con la intención de dar soporte ideológico a la primavera árabe o al movimiento Occupy Wall Street. Entre líneas puedo ver que el autor no se atreve a cantar victoria, porque se encontró con un Gandhi demasiado contradictorio y ascético. Aún así, Finkelstein nos dice que "Ni Ben-Ali en Túnez ni Mubarak en Egipto se ablandaron por el autosufrimiento de la gente. Tuvieron que ser obligados a abandonar el poder." Cuando una minoría oprime a una mayoría, el único lenguaje que entiende el 1% es la 'rebelión abierta'.

De manera que, si bien no cree a pies juntillas las bondades de la no violencia (que sitúa "demasiado alto el listón del valor para la mayoría de los mortales"), Finkelstein reconoce cierta utilidad práctica a la no violencia.  Pero en su afán por salvar a Gandhi, a veces parece caminar sobre el filo de la ambiguedad, incluso de la contradicción. Por una parte considera la rebelión abierta como la mejor opción. Al mismo tiempo afirma que la no violencia "probablemente seguirá siendo un precio más bajo que el de la rebelión abierta". Y dos páginas después pone en duda su efectividad contra algunos enemigos y afirma "con total seguridad" que "los resultados de la no violencia han sido, en el mejor de los casos, contradictorios."


Ese resquicio de utilitarismo en la doctrina de Gandhi, junto con su ética edificante, y aún conociendo todos sus demás defectos, hacen que Finkelstein apueste por una no violencia convencional, tal y como la entiende el ciudadano medio. Sin ningún rigor más allá del sentir popular y civilizado que nos hace cuestionar las leyes y enaltecer la heroicidad del transgresor... hasta cierto punto. Por mucho que Finkelstein quiera terminar su libro con una alabanza de Gandhi, en la práctica, sus párrafos finales no implican más que un apoyo tan débil como escéptico, por más que siga despertando, tanto en él como en mí, un fascinante y conmovedor respeto:

"El reto de las nuevas generaciones al embarcarse en la lucha por reformar  el mundo es saber hasta dónde se puede llegar sin tener que usar la violencia.
Cuanto más lejos lleguen sin violencia, más posibilidades habrá de que el nuevo mundo sea además un mundo mejor."



ENLACES RELACIONADOS

Las obras completas de Gandhi en PDF
Correspondencia entre Tolstoi y Gandhi
Reseña de la Fundación Gandhi
Artículo de Finkelstein que fue el embrión del libro (curiosamente no hace mención a él en su libro): "Resolving the Israel-Palestine Conflict: What we can learn from Gandhi"
Reseña en rebelion.org de otro libro de Finkelstein y un sucinto repaso a su trayectoria.
Gandhi sale peor parado en esta otra crítica de sus obras en el famoso blog de-avanzada.


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